Por: Zaida Colmenares
Desde
el paradigma interpretativo, se sitúa el Interaccionismo
simbólico, es una de las corrientes de pensamiento microsociológico,
relacionada también con la antropología y la psicología social, que se basa en la comprensión de la sociedad a través de la
comunicación y que ha influido enormemente en los estudios sobre los medios de
comunicación. Los principales autores del Interaccionismo
simbólico son Herbert Blumer (1968, 1982), George Herbert Mead (1934, 1968),
Charles Horton Cooley (1962) y Erving Goffman (1959). Todos ellos compartieron
el interés de analizar a la sociedad en términos de interacciones sociales.
Según refiere Ritzer en su obra sobre Teoría de sociología clásica (2001), el
interaccionismo simbólico se basa en la importancia que tiene para el individuo
el significado de las cosas; este significado es lo que determina la acción, lo
que hace que las personas respondan de una manera u otra. El significado es un
producto social, surge de la interacción social, accediendo a él, manipulándolo
a través de procesos de interpretación. Interpretación que realiza el sujeto
con el mismo, formulándose indicaciones y respondiéndose a las mismas; a partir
de ahí, el individuo se relaciona con el entorno.
Desde
esta teoría, el cuidar se torna una acción interactiva basada en significados,
conocimientos y valores del receptor de los cuidados. Según George Mead (1968),
cuando los profesionales de la enfermería establecemos una interacción con el
paciente, se pueden constituir dos niveles de relación; si el paciente responde
al acto sin interpretarlo, de manera autómata o si por el contrario, antes de reaccionar,
el paciente tiene un acto de interacción con el mismo, y en función de sus
valores y creencias interpreta la acción e interacciona; de esta manera
existiría una interacción simbólica entre el paciente y su proveedor de
cuidados. El paciente cuando conversa con el mismo, denominado por Goffman
(1959) como el self, o el yo, se plantea cuáles son las causas que guían sus
actos, identificando las cosas que para él, tienen significado. Esta
interacción con el propio sujeto finaliza cuando selecciona, verifica, elimina,
reagrupa y transforma los significados a tenor de la situación y posición en la
que él se encuentra.
Sin
embargo, George Mead (1968), el significado consta de símbolos y gestos, siendo
los gestos los que encierran el significado, de manera que el paciente cuando
responde ante su cuidador, organiza su respuesta en función de los mismos. Para
asegurarnos que la relación enfermera-paciente sea eficaz y exitosa, debemos
trabajar por la unión de los significados entre las partes, para ello es
necesario que las partes implicadas asuman necesariamente el rol de cada uno y
sean capaces de ponerse en el lugar del otro. A través de este proceso, el
proveedor de salud conseguirá que sus intervenciones encajen en las ajenas, a
la vez que se está forjando su propia conducta individual.
Otro de
los conceptos relevantes con los que la enfermería se ha nutrido del
Interaccionismo simbólico es que la sociedad se compone de personas
involucradas en la acción, y que estas interacciones que forman la acción
forman a su vez el comportamiento humano, en la relación enfermero-paciente,
debemos lograr que las líneas de acción de los pacientes encajen de alguna
manera con las intervenciones enfermeras; para asegurarnos el éxito, los
profesionales de la enfermería debemos incorporar en nuestra valoración con los
pacientes la importancia de las historias personales, la biografía del
individuo y del grupo utilizada para interpretar a través de los patrones de
conocimiento propios de la práctica de enfermería y comprender ciertos hechos o
fenómenos a través de la narrativas de enfermería. Siempre debemos tener en
cuenta, que el ejercicio del cuidar no se realiza bajo estándares, debemos
identificar las diferencias, valorar cada persona como ella misma, en su
momento, con sus significados, significados a nivel micro (biografía) y a nivel
macro (cultura).
Las
características de la práctica de enfermería, teniendo en cuenta el cuidado
como práctica social ancestral, convierte al enfermero (a) en actor social que
interacciona con el hombre y el mundo que le rodea. En este sentido, Ibarra
& Siles (2006), realizan una revisión sistemática con el objetivo de dar un
sentido epistemológico al cuidado enfermero, centrando su análisis en el
interaccionismo simbólico de Herbert Blumer, considerando la vida humana
principalmente como un extraordinario proceso interpretativo en el que las
personas, individual y colectivamente, se guían mediante la definición de los
objetos, eventos y situaciones en que se
encuentran, interactuando el plano fisiológico (sentidos) con el intelectivo e
histórico (conocimientos y experiencias previas). Siles (2006. p.26) concluye
este estudio refiriendo “Quienes reciben los cuidados de enfermería son
individuos que luchan constantemente para “dar un sentido” al mundo que les
rodea. Sin embargo difieren uno de otro en la forma en que dan sentido a los
acontecimientos que les afectan. El profesional de enfermería no sólo debe
contribuir en el tratamiento de estas enfermedades, sino ayudar a que la
persona conviva con ella en total coherencia con el mundo..
De lo
anterior, tejiendo y destejiendo este entramado de significados que se ha descrito
en la relación interpersonal con el paciente y el proveedor de cuidados, en el
propio ejercicio del cuidar, podríamos plantearnos dos niveles de significado.
En el nivel micro, el cuidado informal, que presta la familia o las cuidadoras
remuneradas en el propio domicilio, donde prevalecen las dinámicas de la
familia y los sistemas de cuidados biográficos y el nivel macro o profesional,
donde imperan las estructuras establecidas por el sistema de salud. Estos
cuidados se pueden prestar en centros hospitalarios o de atención primaria o
bien en el domicilio, pero basado en reglas y pautas instauradas por otros.
En este sentido, lo que impera también es el
factor cultural, la cultura en los centros de salud, enmarcada en ese sistema
de referencia. Siguiendo esta línea conceptual entendemos que el significado y
la interacción social son de suma importancia para establecer una relación
terapéutica con el paciente, pero no son los únicos elementos a analizar en el
ejercicio de cuidar. Saber lo que necesita el paciente, y el porqué de sus
prioridades y significados, sería el éxito de cualquier intervención con el
paciente. Algunos modelos explicativos sobre esta relación entre necesidades y
padecimientos han tenido su origen en las ciencias sociales, basándose en la
premisa de la construcción social de la realidad. Por ejemplo, desde la
perspectiva de Bourdieu, se considera que todo sujeto dispone de una serie de
condicionantes existenciales de tipo social, económico y cultural que generan
un esquema o estructura –habitus- de prácticas y representaciones que utilizará
para organizar sus acciones y dar respuesta a la enfermedad (Hueso, 2006)
Bourdieu (1991) propone nuevos espacios para el diálogo mediante la comprensión
de los conceptos habitus, campo y capital, designando entre ellos un entramado
de relaciones que nos permite entender la lógica de la práctica de los agentes,
de salud en nuestro caso, la práctica de enfermería, o de cualquier esfera de la vida social.
El
habitus se va incorporando, en relación a cómo ser enfermera, en su
comunicación verbal o no, en sus gestos, en su mirada, son detalles
aparentemente sin importancia que no pasan por la conciencia del profesional.
Es un sistema de disposiciones de estructuras sociales internas mediante las
cuales percibimos, juzgamos y actuamos en nuestro trabajo. El capital, según el
autor, designa recursos y bienes de toda naturaleza que sirven y utilizan los
individuos y los grupos; no es una cuestión económica cuando se habla de
capital, sino se hace referencia a capital cultural, social y simbólico; el
saber cultural que los proveedores de salud poseen sobre las formas en las que
las personas viven, las percepciones de la enfermedad, las experiencias vividas
en torno a la profesión, como los pacientes responden a los tratamientos… este
es el capital, y la enfermera lo utiliza para centrarse en una atención
integral. El campo es entendido como el mundo de las relaciones, son las
estructuras sociales externas que se han construido en dinámicas históricas,
así que al pensar en el campo de la enfermería ser pensaría en el mundo de
relaciones, de intereses compartidos entre el personal de salud y las
instituciones (hospital, centro de salud, domicilio). La posición que cada
profesional ocupa en su campo y los diferentes intereses son por sí mismo
generadores de poder. Como refiere (Acebedo-Urdiales, Jiménez Herrera,
Rodero-Sánchez y Vives-Relats, 2011) en la posición que los agentes de salud
ocupen en este espacio complejo, se puede comprender la lógica de sus prácticas
y determinar cómo se clasificarán. El campo es dinámico, está en cambio
permanente. Esta perspectiva de las prácticas de salud, incluye el
reconocimiento de la cultura, de las tradiciones en un determinado campo, las
relaciones de poder presentes – cuestiones de género, etc...-, y las formas en
como son experimentadas van configurando los distintos roles profesionales de
los proveedores de cuidados y cómo se posicionan ante el cuidado del otro.
Madeleine Leininger (1970) introduce el término cultura, y se evidencia la
estrecha relación entre antropología y cuidados de enfermería, lo que facilita
la utilización del método etnográfico para abordar e ilustrar situaciones de
cuidados, permite captar como se estructura una situación sociocultural y
extraer lazos de significación que deben descodificarse para que los cuidados
sean apropiados. Recurrir a los conocimientos antropológicos permite hallar la
dimensión simbólica: (Interaccionismo simbolico) de los cuidados, y conseguir
así orientar el proyecto de cuidados basado en la evidencia.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bourdieu, Pierre (2004) Esquisse pour
une auto-analyse: 109. Raisons d’agir.
Charles Horton Cooley (1962) Social organization. A
Study of the Larger Mind, Shoken Books, Nova York.
George Herbert Mead (1934, 1968), Mind, Self, and
Society. From the Standpoint of a Social Behaviorist, Xicago. (Traducció
al castellà: Espíritu, persona y sociedad. Desde el punto de vista del
conductismo social, Paidós, Barcelona, 1968).
Erving Goffman (1959) The presentation of self in
everyday life, Doubleday, Nova York. (Traducció al castellà:
La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu, Buenos Aires,
1972)
Hueso
Montoro, C. (2006). El padecimiento ante la enfermedad: Un enfoque desde la teoría
de la representación social. Index de Enfermería, 15(55), 49-53.
Herbert
Blumer (1968, 1982), El interaccionismo simbólico: perspectiva y método.
Barcelona, Hora.
Ibarra
Mendoza, X. (2008). El interaccionismo simbólico y los cuidados de enfermoscrónicos
en el ámbito comunitario. Cultura de los cuidado, año XII, 2º semestre
2008, nº 24,
94-106.
Ibarra
Mendoza, X., & Siles González, J. (2006). Rol de enfermo crónico: una1968reflexión
crítica desde la perspectiva de los cuidados enfermeros. Cultura de los
cuidados,
año X, nº 20, 2º semestre 2006, 129-135.
Mead (1968) G. H. (1934) Mind, Self, and Society. From the Standpoint of
a Social Behaviorist, Xicago. (Traducció al castellà: Espíritu, persona y
sociedad. Desde el punto de vista del conductismo social, Paidós, Barcelona,
Ritzer
G.(2001). Teoría sociológica clásica. McGraw-Hill.
No hay comentarios:
Publicar un comentario